MICHAEL BUBLÉ EN CONCIERTO
“MADRID ENCERRADA EN UNA BURBUJA DE ARTE Y PASIÓN”
Michael Bublé llegó a Madrid y la enamoró, como bien hizo también en Barcelona.
Un artista debería medirse por lo que es dentro y fuera del escenario, y ser de una manera u de otra en el mismo puede ser muy distinta y decir mucho de uno mismo. Bublé demostró ser un artista de los pies a la cabeza tanto artística como personalmente, derrochando simpatía, cercanía con su público, elegancia, profesionalidad, sensualidad y carisma por doquier.
La escenografía simplemente impresionante tal y como era de esperar, a la que el artista junto a sus amplia orquesta se adaptó perfectamente, teniendo la novedad de moverse por el escenario hacia adelante y hacia atrás, junto a unas pantallas gigantes que ambientaban el escenario según la canción que tocase en el momento haciendo aún más completa la experiencia.
No faltaron sus temas más clásicos entre versiones de otros artistas de gran fama y reputación como los Bee-Gees con To Love Somebody, el famoso Get Lucky de Daft Punk o All you need is love de The Beatles entre otras, con el que llenó todo el Palacio de Deportes de corazones blancos y rojos en forma de confeti llenando de alegría y emoción, aún más si cabe, a todo el abarrotado Palacio de Deportes, donde no cabía un alfiler ya que se agotaron las entradas, desde las más baratas hasta las VIP cuyo precio superaban los 200 euros, pero todo era poco para rendirse ante el “crooner” que domina el panorama musical actual.
Un comienzo impresionante que te ponía los nervios a flor de piel y los pelos de punta con un sensual Fever muy bien presentado por un fuego que no se olvidó fácilmente y que dio paso a un discurso del cantante donde derrochó humor y simpatía conectando con todos y cada uno de los asistentes.
No siempre un buen comienzo conduce a un buen final pero el cantante nos regaló un buen comienzo, un camino magistral y un final conmovedor bajo su voz a capella que agarró el corazón de todo el palacio con su potencia y sentimiento.
Naturally 7 fueron los encargados de llenar de magia y hambre como teloneros ante el concierto de Bublé, pero ese hambre se calmó rápidamente y con la fantástica colaboración que realizaron más adelante colmaron de satisfacción a todos los asistentes, en un momento en el que Michael Bublé se sumergió entre la marea del público para acortar las distancias y abrazar literalmente a su público.
It’s a beautiful day pensarían todos los asistentes, y con esta canción se alcanzó el punto máximo de energía mientras que con Cry me a river, el trueno de su poder nos alcanzó a todos, deseando que lo hiciese una y otra vez y el concierto no acabara.
Pero todo tiene su fin y sobre todo las buenas cosas, así que el concierto finalizó, el palacio se vació, pero nuestros corazones no lo olvidarán.
Esther Esteban, Madrid